miércoles, 31 de julio de 2013

Caerle bien a todo el mundo



Recuerdo que nunca tuve la aprobación de mi madre, ella siempre me criticaba, siempre me hacia a un lado, en parte porque mi mamá no se sentía feliz con su matrimonio, tenía una relación amor-odio con mi padre, yo me parezco físicamente a mi padre, por lo tanto mi mamá inconscientemente lo asociaba conmigo, siempre diciéndome que no parecía su hijo, que sólo era de mi padre, después con la llegada de mi hermano las cosas fueron de mal en peor.

Mi hermano tiene una discapacidad, desde chico tuvo constantes visitas al médico, cirugías, además el era más delgado y blanco que yo, siempre preferido por mi madre, por lo que me esforcé en ser perfecto para ella, perfecto en calificaciones, siempre obedeciendo en todo, termine siendo la servidumbre de la casa por tratar de agradar, terminé con anorexia, intentos de suicidio.

Lo peor es que en la escuela las cosas no eran mejores, al ser un niño en cierta medida afeminado fui insultado, humillado, y denigrado, segregado, afortunadamente nunca sufrí abusos físicos, pero todo eso me fue dañando, llegué a pensar que no valía nada y que cualquiera podía pisotearme.

En el bachillerato cuando todos mis problemas emocionales realmente empezaron fue cuando trate de caerle bien a todos, pero mientras tanto todos me iban cayendo mal, yo les caía mal, sólo tenía una amiga y ella me detestaba, sólo la seguía por su intelecto, no era buena en notas escolares, pero leía mucho, sabía de arte, pintura, música, cine, siempre fashion gótica.
Fue cuando decidí seguir sus pasos, ¿porqué?... pues porque consideré que quizá nunca iba a ser modelo de Burberry, pero si podía volverme intelectual, al ser intelectual, sería mejor que los demás, ellos serían los vulgares, los sucios, los que no merecían pisar el planeta.

Al sumergirme en lecturas filosóficas, sociológicas, psicológicas, históricas, me di cuenta que ser intelectual no me hacía mejor persona que los demás, pero tampoco era tan mierda como me creía y como me creían.

Me valoro más, aun tengo mis recaídas, sigo odiando a todos en cierta medida, no con rencor, simplemente de una forma indiferente, con la que no me quiero mezclar, quizá para prevenir futuras heridas. y a veces ni yo mismo me aguanto.