sábado, 18 de octubre de 2014

Todavía no te tengo y ya te extraño.

Entrando en la habitación te veo, tienes ese encanto tan espontáneo, te beso en la mejilla, tu aroma, natural, tal como el perfumado siempre es el adecuado, te ves increíble, tu camisa impecable y que decir de conversar contigo, siempre hay tema de conversación, podemos decirnos lo que sea y me has salvado de tantos aprietos existenciales, de pronto nuestras pupilas se cruzan y todo es como si fuésemos uno sólo, pero seguimos apartándonos, separándonos en cuanto sentimos que la piel se eriza al pensar el uno en el otro y viceversa.

Empujas mis más profundos instintos a recónditos lugares que pocos han logrado alcanzar y no te percatas, que me hieres con tus palabras, ¿Cómo competir con esa
 sombra? Un muchacho que logró llevarte al paraíso por tres años en ese pequeño edén en el que jugaron a la casita, una ruptura que terminó en mudanza y un llanto que perduró hasta hace poco, con lágrimas cristalinas bajando por tu prodigiosa barba.

¿Cómo competir? Sí lo único que se hacer es competir y lo hago mal y a cada carrera que comienzo tropiezo al empezar.